Tridente en Neptuno

Banderas republicanas, carteles con el simple adverbio no, gritos contra el Rey y Rajoy. El reloj de agua de Neptuno congregó a miles de personas junto al pilón helado. Como en los Sueños del infierno, la gente tiritaba de frío, daban diente con diente y se veía, en el abismo de la crisis, a diablos con sabañones. Al dios del tridente, al que suelen poner la camiseta colchonera, en los años del hambre de la posguerra le colocaron un cartel que decía: «Dadme de comer o quitarme el tenedor». Eso era la posguerra. Antes, la Europa de entreguerras cayó en manos de bujarrones y asesinos; la de hoy está en manos de brókers y payasos. Véase Italia.

¿A dónde vamos, vamos hacia algún lado? Pregunto al grupo de profesores, uno con pinta de Mefistófeles, otro ya metrosexual, que han montado un observatorio para estudiar un nuevo proceso constituyente. Les digo que la masa social del 23-F fue más bien modesta. Responden: «El fin del régimen empieza a descubrirse en el mundo entero, incluido el New York Times; lo ven como una cleptocracia coronada». «Parece más bien una fiesta», digo. «Por debajo de la pachanga están los rostros tristes del gran invierno».

Las coordinadoras de indignados intentan llevar la protesta de la calle a las instituciones. Hago de abogado del diablo. «Está en la protesta IU, una garantía de orden». Contestan: «IU tiene un pie dentro y otro fuera del régimen». Comento: «Aún no se ven las señales de humo de las barricadas ni las ventanas rotas de los bancos». Contestan: «La gente sabe que una parte considerable de los políticos de derechas e izquierdas han ejercido de conseguidores y comisionistas de los grandes beneficiarios del sistema (bancos, constructoras). No va a haber quien los pare». Me aseguran que hay en marcha un proceso constituyente que nace en la calle para acabar con el déficit democrático que padecen los ciudadanos, condenados a la austeridad salvaje y a la esclavitud por deudas. Los profesores siempre terminan citando a Solón.

De momento las manifestaciones las propagan los funcionarios de la protesta. La gente aterrada y humillada no rompe vitrinas. No veo que llegue el vagón prerrevolucionario. Siguieron el sábado emitiendo señales de antipolítica los que en otro tiempo fueron definidos como proletariado de cuello duro. Creen los profesores que con un 26% de paro la democracia engendrará su propio verdugo.

Salvador Victoria (PP) dice que los radicales toman las calles, deslegitiman las urnas; denuncia el carácter pregolpista de las manifestaciones callejeras. Los profesores contestan diciendo que un sistema agoniza cuando sólo puede protegerse con las porras de la policía.